lunes, febrero 22, 2010

Las cuevas de Graena se deshacen con el temporal


fuente: El Ideal de Granada


Este tipo de viviendas típicas en la zona no soportan la rudeza de climatología, que lleva dos meses castigándolas con lluvia y nieve constantes
17.02.10 - 00:42 - J. J. PÉREZ | GUADIX.


Angustia, desesperación, hartazgo, miedo, cansancio, intranquilidad... Éste es el cóctel de emociones que produce el temporal que se está viviendo y padeciendo en la localidad de Graena después de dos meses continuos de lluvia y nieve. Las viviendas en cueva muestran las heridas de una climatología adversa y testaruda que se está mostrando perniciosamente con un pueblo construido entre laderas de cerros de arcilla.


José Luis Sánchez y Adoración Rabaneda viven en la misma cueva desde hace más de 30 años. Ha sido la única vivienda de la que han disfrutado durante todo su matrimonio. «Es una cueva pobre, pero en la que se ha podido vivir» comenta la mujer desde una cocina en la que las ollas y las cacerolas son utilizadas para recoger el agua de las goteras.


Triste espera

En la placeta de su cueva se puede disfrutar de uno de los escasos rayos de sol que desde hace varios meses se están dejando ver en la comarca, concretamente, desde el pasado mes de diciembre. Las vistas a una Sierra Nevada preñada de nieve hacen olvidar por un momento el drama de esta familia. Pero una mirada a la puerta de su vivienda nos devuelve rápido a la realidad. El zaguán de la entrada es un bosque de puntales que tratan de sujetar el techo.
«Yo padezco del corazón y llevo dos meses sin dormir, hasta que ayer lo hicimos a casa de una vecina», comenta ella. Las gotas de agua que se filtran por las grietas de la arcilla recuerdan constantemente el peligro. «Tenemos miedo», dice él.
José Tomás es otro vecino de la localidad que tiene que lidiar con el temporal. En el huerto que da acceso a su cueva, un enorme barrizal recibe al visitante. José tiene 77 años y antes de que comenzara el mal tiempo rehabilitaba su vivienda.
El sol no encuentra la fachada blanca típica de las cuevas porque en este caso se ha caído. En el interior un nuevo laberinto de puntales dificultan la entrada y la salida a la vivienda. «¿Dónde me voy a ir yo? ¿Al asilo?», pregunta José.
Más allá, en la calle Fragua, el muro de contención de una rambla se ha derrumbado por el empuje del agua. A menos de 15 centímetros asoma la construcción de otra de las viviendas. Un plástico trata de evitar que el agua se siga filtrando cerro abajo. La cueva de su interior ha sufrido un desplome del techo de parte de la cocina, mientras que en la pared del dormitorio principal ha nacido un pequeño manantial.



Allá en el cerro



Pero son muchos más. El alero de la cueva que tiene el número 15 de la calle Fragua está sobre el piso de la calle donde, además, se amontonan piedras, arcilla, cascotes... El bocado en el cerro se deja ver sobre la puerta. Dentro de la cueva el arco de la bóveda lo recorre una grieta. La situación no es mejor en casa de su vecina, María Contreras, quien ha dejado hace un mes su casa para ir a vivir a la de una amiga que también tiene su vivienda apuntalada. El techo del recibidor está también apuntalado. La cal blanca deja ver el cerro con la arcilla mojada, mientras los cacharros en el suelo recogen el agua de las goteras.

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