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miércoles, octubre 26, 2011

Un rascacielos subterráneo en forma de pirámide en el corazón de México DF




fuente: http://larevistamn.com/2011/10/18/un-rascacielos-subterraneo-en-forma-de-piramide-en-el-corazon-de-mexico-df/

Al contrario de los rascacielos convencionales, el “rasca suelos” diseñado por un estudio de arquitectura mexicano será una gran torre de 65 pisos que se hundirá unos 300 metros bajo tierra, con espacio para que vivan miles de personas. Se estima que llevar a cabo este proyecto costaría unos 550 millones de euros, y se emplazaría debajo del Zócalo del Distrito Federal, una de las plazas más grandes del mundo.

Un hueco central permitirá que la luz solar llegue a todas las plantas subterráneas y los primeros 10 pisos estarán destinados un museo y centro cultural dedicado a la cultura maya y azteca. No es seguro que algún día llegue a construirse, pero no deja de ser una propuesta interesante.

El Distrito Federal de México está atestado. En el centro histórico de la ciudad no quedan terrenos libres, y la mayoría de los edificios de la zona son patrimonio histórico, por lo que las leyes federales y locales prohíben que sean demolidos. Y si lo fuesen, la ley de urbanismo impide que se construyan torres de más de 8 pisos. Eso deja una sola dirección en la que construir: hacia abajo. Exactamente eso es lo que han pensado los responsables de Bunker Arquitectura, un estudio lleno de jóvenes vanguardistas que no temen a experimentar con nuevas ideas.

Seguramente no será un sitio ideal para claustrofóbicos, aunque el espacio central -aseguran- es suficientemente grande como para permitir que todas las áreas habitables dispongan de la suficiente luz natural y ventilación. La plaza no verá mermada su superficie, ya que un piso (¿o techo?) de vidrio permitirá que las manifestaciones culturales que tienen lugar a lo largo del año en ese sitio puedan desarrollarse por encima del rasca suelos.

La seguridad en caso de movimientos sísmicos parece estar garantizada, ya que la forma de cuña que posee el diseño soportaría bien las presiones laterales. Como los responsables del proyecto se encargan de recordar, entre las pocas estructuras que resistieron el terremoto de 1985 se encuentran justamente las estaciones del metro mexicano.

Fuente: abc

lunes, abril 27, 2009

la Cueva de las Ventanas, Cultura Paquimé, Mexico


fuente: wikipedia

La Cultura Paquimé se clasifica dentro del grupo de Culturas Mogollón, y dependiendo de si se usan fuentes Norteamericanas o Mexicanas es parte de las culturas de Suroeste o del Norte, ultimamente se ha reclasificado la zona como Oasisamérica.


Dicha cultura alcanzó su mayor esplendor en la región de Casas Grandes, Chihuahua, México, en el asentamiento humano conocido como Paquimé. Por esta región pasaron rumbo al sur de México y de América muchas migraciones humanas en distintas épocas, para el año 3,000 a. C. se ubican en la zona los primeros rastros de los grupos yutoaztecas, lo cual confinó a los más antiguos pobladores de origen hokaltecanos al este y oeste de la región.
Alrededor del año 700 d.C. dio inicio la cultura Paquimé en la zona de Casas Grandes con la práctica de la agricultura y construcción de pequeñas casas de adobe semisubterráneas y circulares construidas a la orilla de los ríos Piedras Verdes, San Pedro y San Miguel, dichos ríos forman al unirse el río Casas Grandes.

El origen de la cultura Paquimé (superárea cultural mesoamericana) tuvo lugar unos 2 mil años después de la separación de las culturas Mesoaméricanas y Aridoaméricanas. Algunos de los pueblos aridoamericanos practicaban el cultivos como la zona desértica del norte de México y el sur de los Estados Unidos fue gradual y dilatado: hacia el año 600 d. C. (periodo que coincide con la época del ocaso teotihuacano), algunos grupos aridoaméricanos recién habían adquirido las técnicas agrícolas.

Es un sitio arqueológico ubicado a 336 kilómetros al noroeste de la capital del estado mexicano de Chihuahua. En esa zona se encuentran varias cuevas con construcciones en su interior, de ellas la más conocida es la Cueva de las Ventanas. Las Cuarenta Casas recibieron ese nombre porque los primeros exploradores españoles desconocían el número de cuevas con construcciones en su interior, ahora se sabe que el número de cuarenta casas es incorrecto, sin embargo el nombre se ha respetado.

A la llegada de los primeros europeos, las cuevas aún estaban habitadas por el grupo original, por lo que los españoles pudieron recabar información acerca de su forma de vida, los aborígenes se autonombraban Jovas, y con ése nombre se referían a un grupo o familia más amplio. Esa etnia se considera en la actualidad extinta.

Localización


Se localiza aproximadamente a 350 km. al noroeste de la capital del estado de Chihuahua, a sólo tres horas de Ciudad Juárez y a medio kilómetro del pueblo de Casas Grandes.

Como llegar


Tomar la carretera 16 desde Ciudad Juárez hasta Ciudad Cuauhtémoc y seguir por la ruta 23 hasta llegar a Nuevo Casas Grandes, cerca de ahí encontrará el viejo Casas Grandes que ofrece todos los servicios y donde se encuentra la zona arqueológica.

Es aconsejable llevar ropa ligera porque el clima es caluroso, asi como zapatos muy cómodos pues el camino es largo y hay que descender o ascender por senderos en la montaña.

La construcción de Las Cuarentas Casas ocurrió durante la época de mayor esplendor de Paquimé (1205 a 1260 d. C.), época que corresponde al período tardío de la cultura Paquimé. De ésa época datan las construcciones; en ése tiempo la zona de Cuarenta Casas fue utilizada como punto de reunión para los comerciantes nativos del grupo Paquimé que se comunicaban con las costas del Océano Pacífico y el Golfo de California.

Se dice que el asentamiento de las Cuarenta Casas fue establecido para proteger las rutas comerciales de Paquimé. Se piensa que Paquimé, centro de la cultura regional debió de enfrentar muchos problemas para mantener sus rutas comerciales abiertas por lo que se miró obligada a crear asentamientos a lo largo para vigilar a los vecinos hostiles.

Se ignoran las razones por las que el asentamiento decayó, para el año 1340 d. C. Cuarenta Casas había dejado de existir, se piensa que fue tomado y destruido por sus enemigos. A la caída de Paquimé como centro social y cultural las rutas comerciales llegaron a su fin, quienes custodiaban las rutas abandonaron su misión y muchos asentamientos a lo largo de la ruta cayeron en el abandono. Después de ello, los pobladores se retiraron en busca de una forma de vida más sencilla, en ocasiones las cuevas de Cuarenta Casas volvieron a ser ocupadas con fines ceremoniales.

Cuevas con casas de la cultura Paquimé (Chihuahua)


fuente: Carlos Lazcano Sahagún

En 1995, apoyado por el gobierno de Chihuahua y por la comunidad del pueblo de Madera, inicié un proyecto de exploración de la parte norte de la Sierra Tarahumara, con el fin de encontrar y registrar los numerosos sitios arqueológicos de cuevas con casa, hoy dispersos y olvidados (véase México desconocido núm. 222). A casi cuatro años de distancia, los resultados han sido espectaculares, pues hemos encontrado más de un centenar de nuevos sitios, ignorados totalmente por los estudiosos, y varios de ellos más grandes incluso que Cuarenta Casas, el sitio de cuevas con casas más conocido en la región (véase México desconocido núm. 260).

Una de las vivencias más memorables para mí ha sido el poder observar de cerca las construcciones en donde habitó un pueblo que nos es misterioso, una cultura que se extinguió aun antes de que llegaran los españoles a estas tierras; ver sus casas, sus conjuntos de habitaciones hasta de tres pisos, levantadas con una arquitectura peculiar; contemplar los vestigios de sus formas de vida, como sus graneros, sus herramientas de piedra, sus ollas policromas, el arte de sus pinturas y su cestería; recibir el testimonio directo a través de sus muertos ya momificados, y gozar de un rincón único de la naturaleza entre abrigos rocosos, bosques, cerros y barrancas. Ha sido una experiencia insólita ir encontrando un mundo olvidado y desaparecido, del cual nos quedan principalmente sus incógnitas.

Las exploraciones surgieron del deseo de conocer, y los textos que he escrito sobre el tema nacieron del afán de compartir y de dar un grito de alarma ante el inminente riesgo de perder todo ese patrimonio, parte de la herencia de la cultura paquimé. Y digo perder por que lo que las barrancas y cavidades cuidaron muchos siglos, pronto sucumbirá ante el saqueo y el vandalismo de los buscadores de tesoros y los traficantes de piezas arqueológicas.

La región explorada, a excepción de unos cuantos sitios, no ha sido atendida por los arqueólogos. Una de las razones por las que se ha tenido tan olvidada esta rica región, es por lo abrupto de su topografía. Se trata de una zona llena de quebradas y barrancas que se suceden unas tras otra y que llegan a superar los 1 600 m de profundidad. Los caminos escasean, y los pocos que existen son malas terracerías que normalmente requieren del uso de vehículos de doble tracción. Asimismo, para acceder a la mayoría de las cuevas con casas es preciso hacer larguísimas caminatas y cabalgatas de varias horas, y a veces de días, por lo cual es necesario contar con una buena condición física.

La zona de barrancas que inicialmente se planeó explorar cubre una superficie de 20, 000 km2, la cual es drenada por la cuenca del río Papigochi, incluyendo algunos de sus más importantes afluentes, como los ríos Tutuaca y Mulatos, además de barrancas medianas y pequeñas, que aunque menos profundas y largas, solían ser más quebradas y difíciles de recorrer.

Para las exploraciones nos apoyamos en primera instancia en varios miembros de la localidad, grandes conocedores de su región, quienes nos mostraron muchos de los sitios que ya conocían y nos ayudaron a encontrar otros que nunca habían visitado. También tuvimos que recurrir a toda nuestra experiencia de exploradores para efectuar los largos recorridos a pie y permanecer días y semanas en medio de la naturaleza. Fueron muchos los campamentos y las pláticas al calor de la fogata, saboreando un café y escuchando a los escasos moradores de estas partes cuando nos comentaban sobre “las casas de los antiguos” y “las casas de los apaches”.

A menudo nuestros recorridos fueron frustrados, ya que no hallábamos nada porque nuestros guías tenían 30 o 40 años de haber estado en aquellos sitios. En otras ocasiones nos describían lugares extraordinarios, pero la llegar a ellos encontrábamos que no eran más que unos algunos pedazos de adobe. También ocurrió que los sitios sí habían sido grandes, pero estaban tan destruidos por el vandalismo que poco quedaba de ellos. Ni qué decir que nevadas, lluvias y ríos crecidos llegaron a ser obstáculos importantes en ciertas temporadas del año. Sin embargo, jamás escatimamos esfuerzos, y por más leves que fueran los indicios, allá íbamos.

Nunca ha dejado de ser fascinante esta búsqueda.

Además, tener el privilegio de contemplar aquellos restos, así, en muchos casos tal como los dejaron los paquimé, es para nosotros motivo de gratitud que compensa todos los cansancios. Pero no sólo hemos localizado los sitios, sino también los estamos cartografiando, describiéndolos brevemente e inventariando los materiales encontrados en ellos, para facilitar la entrada de los arqueólogos. Cada reconocimiento lo hemos acompañado de un registro fotográfico para hacer más completo el trabajo y que quede como testimonio.

Aún nos emocionamos al recordar encuentros tan magníficos como el de la Cueva del Hongo con su enorme granero, la Cueva del Hechicero, la de las Jarillas con sus cinco graneros y sus tres niveles, la de la Ranchería con sus pinturas, la de las Palmas, del Boruco, de los Apaches, de la Momia, del Venado y tantas otras que están enriqueciendo nuestra visión de los paquimé. Nos hemos ido asombrando cada vez más con los paquimé al ver a sus muertos ahora momificados, sus telas, su cestería, sus ollas y sus herramientas de piedra y de madera.

Siempre se ha dicho que México es un país con grandes riquezas y maravillas de muchos tipos. Los hallazgos aquí mostrados confirman una vez más tal aseveración. En realidad es sorprendente que a punto de iniciar el tercer milenio de nuestra era aún sigamos descubriendo sitios tan impactantes de cultura olvidadas. Ahora nos damos cuenta de que la región de cuevas con casa del municipio de Madera es por su abundancia y riqueza una de las zonas arqueológicas más importantes del norte de nuestro país, equiparable a la ciudad de Paquimé en Casas Grandes, y a las pinturas rupestres de San Francisco en Baja California Sur.