miércoles, abril 16, 2008

El Sacromonte, cuevas y leyenda



El Sacromonte, cuevas y leyenda



En el pintoresco barrio del Sacromonte, que mira a La Alhambra, se dan cita algunos de los elementos más identificativos de Granada. Por un lado, las cuevas excavadas en las grutas naturales de la montaña sagrada, templos del arte gitano y verdaderos museos de la vida troglodita adaptados a las comodidades modernas; y por otro, la Zambra, ese antiguo baile compuesto a su vez por otros tres que simbolizan los momentos de la boda gitana.


Este idílico lugar acogió a partir de la conquista cristiana en sus casas cueva, extramuros de la ciudad, a las etnias y grupos sociales que se hallaban fuera del control administrativo y el orden eclesiástico, como los judíos y moriscos. Barrio mayoritariamente gitano, cuentan las crónicas que éstos entraron en Granada acompañando a las tropas de los Reyes Católicos para los que trabajaban como forjadores. No es, por tanto, de extrañar la presencia desde siempre de artesanos y artistas dedicados al flamenco, de cuyo arte nació la vieja y embrujadora zambra que hoy continúa protagonizando espectáculos en cuevas como Los Tarantos, María La Canastera, Cueva La Rocío o Venta el Gallo.


Pero existe otra historia, la vinculada a la leyenda, elemento sin que el Sacromonte perdería parte de su esencia. La conocida como el Barranco de los Negros es una de las más cautivadoras.


Narra cómo tras la caída del Reino Nazarí fueron muchos los nobles árabes que emprendieron el camino del exilio hacia tierras africanas. Temerosos de que les robaran sus fortunas escondieron grandes tesoros en este Monte de Valparaíso.

Sus esclavos de raza negra eran conocedores de las incursiones de sus amos a la montaña sagrada y decidieron, tras ser liberados, recuperar estos tesoros.

Excavaron y excavaron en las laderas de este barranco sin éxito y, extenuados por el esfuerzo se cobijaron en estos huecos que más tarde acondicionaron y convirtieron en sus hogares.

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